Este día México amaneció con una noticia que creará polémica. Se está volviendo una terrible costumbre despertar así, amenazados por las ocurrencias de los grupos que han hecho en unos cuantos años lo que otrora requirió para un solo partido político de aproximadamente siete décadas. Y es que en México prevalece la socarronería antes que la vuelta a los verdaderos ideales. En México domina la gracia, el sarcasmo, la risa ante la desgracia; pero de igual forma la sonrisa nerviosa, la mueca párvula, de nuestros gobernantes para realizar "anuncios" a un pueblo que duerme en sus laureles de una victoria jamás lograda.
En más de una ocasión hemos visto cómo las elípticas propuestas legislativas son en su trasfondo una verdadera imposición para el cumplimiento de promesas; sí, pero de esas promesas tácitas o girtadas a los cuatro puntos cardinales, hechas al gremio del cual proceden: a los empresarios, a los que financian las campañas, a los amigos, compadres y a todo el séquito de libertinos que no pueden, bajo ninguna circunstancia, ver afectados sus intereses particulares.
Ahí están, y no podemos olvidarlas, las reformas Petrolera, Electoral o a la Ley de Radio y Televisión, por mencionar tan sólo algunas. Ahí siguen, estableciendo los parámetros por medio de los cuales "destacados mexicanos" continuarán amasando sus riquezas.
Esta mañana México amaneció con un dolor más.
Ayer por la noche el Señor Presidente Felipe Calderón cenó algo que seguramente le hizo mal.
Pero antes de pasar al siguiente punto volvamos la mirada hacia el pasado histórico de nuestra nación, recordemos, aunque sea por un segundo y aunque seamos unos cuantos, a quien en otra época fuera llamado el "Apostol de la Democracia Mexicana", un título que ganó un hombre no de letras sino de convicciones y, más aún, de un profundo amor nacionalista. Francisco I. Madero se convirtió, quizá sin querer, en el adalid de un pueblo (ignorante sí, pero además) cansado ya del despotismo con el que el general Profirio Díaz había "gobernado" durante años con un afán de no soltar el poder hasta la muerte.
A Madero le debemos el inicio de una lucha que, hasta la fecha, parece no encontrar su fin y los cimientos para la construcción de instituciones que deberían garantizar los derechos y las libertades, la igualdad, la armonía de quienes habitamos una llamada república. Hay una deuda histórica con Madero, así como con otros tantos seres ilustres, que todavía no se salda y que solamente habrá de pagarse cuando seamos capaces, desde el lugar que ocupemos, de valorar a conciencia el sacrificio que representó su artera muerte.
Desde el exilio, allá en Texas, Madero redactó el famoso Plan de San Luis.
Habrá que recordarle esto y mucho más a nuestro Señor Presidente... pero qué se puede esperar de un gobierno que ha pretendido en los años recientes arrancarle literalmente las páginas a la Historia; qué esperar de un gobierno que intenta a como de lugar arrancarle las alas a la Soberanía y, desde la Ultraderecha cegada por el fanatismo religioso, pisotear de nueva cuenta nuestra mal parida Democracia.
Hoy Felipe Calderón, con su gesto recurrente, ademán dictatorial de su inextricable alcohol-capitalismo, viene a echarnos en cara que aquéllos ideales del pasado no funcionan; que las sublimes palabras de "un muerto" no han de perdurar en aras de un progreso inexistente e inalcanzable para las masas pero sí asequible para los mismos de siempre, para aquellos que han hecho del servilismo un ara, una bandera y, peor aún, un Modus Vivendi.
Don Felipe, he aquí una de sus diez brillantes propuestas (elaboradas por supuesto en el marco de la celebración del Centenario de la Revolución Mexicana):
2.- La reelección consecutiva de legisladores federales, alcaldes y jefes delegacionales hasta por doce años.
Y he aquí además (por si ya lo ha olvidado) el Artículo 4° del Plan de San Luis (del cual recomiendo su lectura):
4° ...Se declara Ley Suprema de la República el principio de NO REELECCIÓN del presidente... de la República, de los gobernadores de los estados y de los presidentes municipales.
Por si no le ha quedado claro a nuestro primer mandatario cómo debió haber gobernado a este país también incluyo algunos párrafos (en el marco de la Celebración del Bicentenario de la Independencia de México) de otro hombre insigne: José María Morelos y Pavón, de su documento llamado "Sentimientos de la Nación":
12.- Que como la buena Ley es superior a todo hombre, las que dicte nuestro Congreso deben ser tales que obliguen a constancia y patriotismo, moderen la opulencia y la indigencia, y de tal suerte se aumente el Jornal del pobre, que mejoren sus costumbres, aleje la ignorancia, la rapiña y el hurto.
13.- Que las leyes generales comprendan a todos, sin excepción de Cuerpos privilegiados...
15.- Que la esclavitud se proscriba para siempre, y lo mismo la distinción de castas, quedando todos iguales, y sólo distinguirá a un Americano de otro el vicio y la virtud.
¡Que así sea Señor Presidente Calderón!
¡Que así sea!
¡Que se paguen las deudas históricas!
¡Que se haga obligatorio el recuerdo de esos hombres!
¡Que México no amanezca con dolores!
¡Que México no despierte con ocurrencias!