Instituto Mexicano del Sonido - Méjico Máxico
Mejico Maxico, el debut del dúo IMS (Instituto Mexicano del Sonido), es como el Gotan Project mejicano, como si The Pinker Tones hubiera pasado una larga temporada escuchando música mejicana, o como si el bosnio Suba se hubiera instalado en Ciudad de México y no en Sao Paolo. Este es uno de esos álbumes aparentemente sencillos (no lo es) que despiertan la simpatía del oyente desde la primera escucha, de los que no suelen tener mucha repercusión durante el año posterior a su edición, pero que, poco a poco, gracias al boca oreja, van llegando a su público natural: los amantes de la buena música que no entienden de etiquetas ni fronteras. Es un inteligente ejercicio de sampleo elevado a categoría de arte, un collage musical que toma como punto de partida la música tradicional mexicana (y, en términos generales, la música
popular latina), para transformarla, mediante una visión de la electrónica que no se aprende en ninguna escuela, en una fiesta para los sentidos a prueba de depresiones. Mejico Maxico es, ante todo, uno de esos discos que deberian ser fijos en cualquier fiesta doméstica.
popular latina), para transformarla, mediante una visión de la electrónica que no se aprende en ninguna escuela, en una fiesta para los sentidos a prueba de depresiones. Mejico Maxico es, ante todo, uno de esos discos que deberian ser fijos en cualquier fiesta doméstica.
En el 2006 salio su primer disco llamado Méjico Máxico bajo la disquera mexicana ndependiente Noiselab y, en España, por el sello madrileño Lovemonk. Éste contiene fragmentos de cumbias, de cha cha chas, estructuras pop a veces, mucha electrónica juguetona, mucho Esquivel, textos de Juan Rulfo recitados por el propio Rulfo, dub y muchas cosas más. Surgido de pedacitos de más de trescientas canciones de los años 20 hasta los 60, "este disco refleja el color y el
bullicio de una ciudad tan imprevisible como es México DF".
El contraste que se produce entre los fragmentos instrumentales y, sobre todo, vocales (sacados de viejos vinilos con temas que no pasa nada si el mundo olvida), y los elementos electrónicos introducidos por el dúo es muy interesante, de modo que IMS casi parecen las siglas de una máquina programada para transformar nostalgia y pasado en alegría y música futurista. Me la imagino así: una cinta transportadora lleva vinilos en dudoso estado hasta la boca de la máquina, mientras que del otro lado van saliendo flamantes CDs, titulados Mejico Maxico, con los quince temas que se escuchan aquí. El conjunto es predominantemente uptempo, con cortes tan memorabes y/o divertidos como el inicial Bienvenidos a mi disco, Mirando a las muchachas (como dirían los angloparlantes: “a killer”), Jaja pipi, Cybermambo o Hey tia!, pero también funciona cuando se adentra en terrenos lounge, como en Drume negrita, Juan rulfo o Cancion de amor para mi futura novia, que tiene uno de los usos más curiosos de un sample de voz que jamás haya escuchado.
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